Otra vez la clase media
Director Ejecutivo Libertad y Desarrollo
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Luis Larraín
La insatisfacción por el valor de las pensiones es distinta dependiendo de la situación económica del trabajador. Las personas de muy bajos ingresos, cercanos al salario mínimo, basan sus expectativas de pensión en el pilar solidario. La Pensión Básica Solidaria de
$ 93.000 cubre cerca de un 40% de sus salarios y el Aporte Previsional Solidario le ayuda a mejorar esa “tasa de reemplazo” de 40%. Los previsibles mejoramientos que vaya teniendo el pilar solidario en el futuro les permitirán a esas personas acercarse a una tasa de reemplazo más cercana al 70% que recomienda la OCDE. Ellos tienen muy poca capacidad de ahorro por lo que dependerán muy fuertemente del apoyo del Estado.
Las personas de altos ingresos tendrían tasas de reemplazo muy inferiores a esas si es que se confían sólo en el ahorro obligatorio. Esto porque como existe un tope imponible, cercano a un millón novecientos mil pesos, cotizan un porcentaje efectivo sobre su sueldo muy bajo. Sin embargo, la mayoría de ellos está consciente de esta situación y realiza por lo tanto ahorro voluntario (tienen también mayor capacidad de ahorro) lo que les ayuda a mejorar esa tasa de reemplazo, aunque seguramente será muy difícil que lleguen al 70%. Lo que ocurre con ellos, no obstante, es que muchos tienen otros activos cuyas rentas les permitirán un buen pasar durante la vejez.
Las personas de ingresos medios la tienen más difícil. Por una parte, sus salarios han aumentado en forma muy importante en los últimos veinte años. Pero eso es bueno me dirá alguien. Claro es bueno, pero no lo es a la hora de considerar las expectativas de pensión que tiene. Si suponemos que una persona gana $ 600 mil, aspirará a una pensión parecida a eso. Pero resulta que hace veinte años atrás ganaba
$ 300 mil en plata de hoy. Y cotizaba un porcentaje de esos $ 300 mil. Si usted le dice ahora que obtendrá una pensión de $ 300 mil no estará nada de contento. En ese sentido la brecha de expectativas más importante se produce en la clase media.
Pero la forma en que el gobierno está pensando financiar esta reforma será muy perjudicial para los trabajadores de clase media. El que gana $ 600 mil, si se cobra un 5% adicional de cotización que va al pilar solidario aportará (a través de su empleador) $ 360 mil anuales. Si es un trabajador cuya tasa de reemplazo alcanza al 50% lo más probable es que quede fuera del pilar solidario que favorece al 60% más pobre del país porque su pensión sería mayor que la llamada p+ que es el límite superior después del cual no se recibe APS. Así, este trabajador no recibirá ni un peso de la cotización adicional que su empleador realizó a cuenta de él. No sería extraño que por consideraciones de costo laboral la empresa no le reajuste el sueldo en bastante tiempo. Al final tendrá un salario real más bajo que antes y no obtendrá ningún beneficio de esta reforma.
Un sistema de pensiones mixto como es el chileno tiene dos formas de mejorar el nivel de los beneficios: o se destina más aporte fiscal al pilar solidario o se incrementa el ahorro individual. Las personas de bajos ingresos se verán favorecidas por la primera vía y las de clase media por la segunda. Si el diseño de la reforma no garantiza un aumento del ahorro individual la clase media estará en el peor de los mundos pues el aumento de la Pensión Básica Solidaria y el APS no le llegará y no tendrá ni un peso más para incrementar su cuenta individual. Si en cambio todo el 5% fuera a su cuenta individual, incrementaría en un 50% el flujo de su ahorro previsional, con grandes posibilidades de aumentar en forma significativa su pensión.
Una vez más y tal como ocurrió en la reforma tributaria, la clase media sería la gran perjudicada por una reforma del gobierno de Michelle Bachelet. No hay forma de mejorar las pensiones de la clase media sin que un porcentaje significativo del 5% adicional de pensiones vaya a las cuentas individuales.